Salutación al optimista
Abominad la boca que predice desgracias eternas,
Abominad los ojos que ven sólo zodíacos funestos,
Abominad las manos que apedrean las ruins ilustres,
O que la tea empuñan o la daga suicida.
Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del mundo,
La inminencia de algo gatal hoy conmueve la tierra;
fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas águilas,
y algo se inicia como vasto social cataclismo
Sobre la faz del orbe. ¿Quién dirá que las savias dormidas
No despierten entonces en el tronco del roble gigante
bajo el cual se exprimió la ubre de la loba romana?
¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos
Y que al alma española juzgase áptera y ciega y tullida?
No es Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y en polvo,
Ni entre momias y piedras reina que habita el sepulcro,
La nación generosa, coronada de orgullo inmarchito,
Que hacia el lado del alba fija las miradas ansiosas,
Ni la que tras los mares en que yace sepulta la Atlántica,
tiene su coro de vástagos altos, robustos y fuertes
Ruben Dario
Abominad los ojos que ven sólo zodíacos funestos,
Abominad las manos que apedrean las ruins ilustres,
O que la tea empuñan o la daga suicida.
Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del mundo,
La inminencia de algo gatal hoy conmueve la tierra;
fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas águilas,
y algo se inicia como vasto social cataclismo
Sobre la faz del orbe. ¿Quién dirá que las savias dormidas
No despierten entonces en el tronco del roble gigante
bajo el cual se exprimió la ubre de la loba romana?
¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos
Y que al alma española juzgase áptera y ciega y tullida?
No es Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y en polvo,
Ni entre momias y piedras reina que habita el sepulcro,
La nación generosa, coronada de orgullo inmarchito,
Que hacia el lado del alba fija las miradas ansiosas,
Ni la que tras los mares en que yace sepulta la Atlántica,
tiene su coro de vástagos altos, robustos y fuertes
Ruben Dario
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